Esa
sensación de mezcla de estabilidad picos de felicidad y picos de tristeza.
Cuando todo tu mundo se cae y se levanta una y otra vez. Y te sientes como en
una burbuja. Y ya nada tiene relación contigo, el mundo es agua y tu eres
fuego. Eres el que huye, el que se evade por seguridad propia. El que hace que
aún quede un poco de calor en su propia vida, y en la de los demás. Pero el
miedo te puede, y ya no eres capaz de acercarte a nadie sin ver el peligro, sin
sentir que pueden apagar tu llama. Es como si cada gota de agua conllevase al
fin de tu existencia. Pero a veces se nos olvida que el fuego también puede con
el agua. Que el agua creó el oxígeno que alimenta cada llama. Que podemos
evaporar todas las gotas de agua que queramos, que si nos lo proponemos,
podemos con cada lluvia que se nos proponga. Pero estando en nuestra propia
burbuja, en esa cápsula hermética contra el frío, el dolor, justo ahí, es
donde, pese al vacío y la soledad, más seguro está uno. Pequeños retos que nos
propone la vida. Y maldita la vida que se aburre y como consecuencia pagamos en
monedas de retos y victorias sus diversiones. Y con derrotas sus burlas.
Porque, a veces, también parece que la vida necesita burlarse de nosotros. Y
¿qué tipo de broma de mal gusto es esta? Que alguien venga y me ayude, que yo
de mi burbuja me parece que no salgo. Mi calor propio y mi seguridad frente a
subidas y bajadas continuas, frente a montañas rusas. Peligro, no recomendado
para personas con problemas cardíacos.
Alberto Puntas.
Instagram: @elpuntilloso
Facebook: El Puntilloso
Canal de Telegram: https://t.me/elpuntilloso
Comentarios
Publicar un comentario
Deja tu comentario, duda u opinión.