Ese chico era yo.
Si por culpa del no saber se sabe
y si, aún del no querer, se puede,
no hay tema que por resolver quede
sin que a mi la lengua se me trabe;
Si aún sin razonamiento cabe
un mundo, echado a perder adrede,
que por el desconocimiento ruede
y con el desconocimiento acabe;
arrastradme, que sin vivir no vivo,
y no vivo sin pensar sino muero,
y como ser mimético, imito
el no pensar de la gente, altivo,
el inteligente, fatuo, teatrero,
la voz llana de la virtud, un mito.
(Este poema va dirigido a los ignorantes que nos gobiernan dondequiera, tanto en la política como en la sociedad. Sobre todo, a los ignorantes que lo son con orgullo, de los que alardean frente a los seres que razonan del poder de su sinrazón, y de los que inculcan en los observadores impasibles que es mejor ser tonto y triunfar, que trabajar o usar la razón y no ver tu éxito valorado a gran o pequeña escala. A ellos va este poema, de alguien que usa la razón sin esperar nada a cambio, frustrado en su intento de luchar contra la ignorancia.)
Alberto Puntas.
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