Tortuosa reflexión
que encierra la mente
que cavilando huye
sin huir de la realidad.
Sinuoso pensamiento
que rodea lo estúpido
haciéndolo menos estúpido y bello
y más estúpidamente
inútil y feo.
Encerrado, arrastrando lastre
se me escapan las palabras
mudas de entendimiento,
ávidas de respuestas
a preguntas que no hay forma de formular.
Formulando la fórmula
de la forma que forma
la sordera del mudo
que no deja de gritar.
Pero para qué,
si el nimio estúpido
busca refugio en la intemperie
y manta en el frío,
y para calmar su sed
moja la lengua en sal.
Y su lengua solo es una herida que escuece,
y con el dolor
confunde palabras
de amor y libertad.
Tal vez solo necesita
necesitar realmente algo,
que la necesidad lo abrume
hasta que la bruma nuble
el inútil pensar cíclico y eterno.
Parece que el tiempo griego
atrapa hasta el más sutil suspiro,
para que no se exteriorice
y se pudra hasta ser pestilente
en lo más profundo de su profundo cavilar.
Enraíza la mala hierba,
en este jardin que pretendía
ser fértil y próspero,
para estropear lo que un día
sería sin ser.
Con el potencial malgastado en ser,
dejando de serlo,
siento la sed de existir,
y existiendo solo siento que muero.
A veces se me olvida sumar,
y prefiero restar momentos
a lo que me queda,
restar ciclos de este pestilente
e incesante pensar
que me martillea la existencia inexistente
de lo que más falta
y lo que más cuesta alcanzar.
Parece que lo humano
no está hecho para el humano
que humananente piensa
en llegar lejos
siendo un leve parpadeo
de algo que tal vez ni existe.
Para qué pedir ayuda,
si tal vez ni existe.
Ahora parece sordo, mudo, ciego,
y catatónico despierta y duerme
en un mundo que tal vez ni lo sea,
mudo de entendimiento
y rico en pobreza.
Pobreza de ser.
Alberto Puntas.
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