Independencia, revelación inesperada del cerebro.

   Somos tan dependientes a lo largo de nuestra vida. Nacemos y crecemos dependiendo de nuestros padres, nos desarrollamos dependientes de las presiones de grupo, sociales y hormonales, y nos acabamos muriendo dependientes de nuestro cuerpo. Y emocionalmente, dependemos constantemente del pasado.Pero conforme crecemos desarrollamos autonomía e independencia, pero la restringimos solo a elegir nuestro futuro. Nuestro campo de visión se reduce, y la independencia del presente acaba obviada.

   Esto es vital. Debemos desarrollar nuestra independencia presente, aprender a no depender de nadie ni de nada para desarrollar algo. No debemos depender del sistema educativo para aprender, que nos cerque nuestro campo de investigación; no debemos depender de alguien para salir, para ir al cine, para ver una película, para pasear; no debemos depender de expresarnos y mantener conversaciones, porque somos capaces de desarrollar la capacidad de conversar con nosotros mismos y redescubrirnos cada día, convirtiéndonos en seres volubles y flexibles en pensamiento, que maduran y cambian constantemente.

   Porque la independencia nos da la capacidad de expresarnos libremente con el mundo. La dependencia al miedo, a la aceptación o al rechazo por contra, nos hace esclavos: expresamos lo que se desea y como se desea, callando constantemente y acallando el espíritu crítico por evitar que palabras aplastantes de intolerantes e irrespetuosos nos creen conflictos exteriores e interiores. También nos hacemos dependientes de la evasión de los problemas y los conflictos, pero tal vez ningún conflicto es innecesario, y de todo tenemos algo que aprender. La experiencia acabará hablando por sí misma.

   Si tenemos la capacidad de ser libres, de ser el único animal libre poco esclavo de sus instintos, es hipócrita, bajo y sucio renegar de la libertad para instalarnos en la comodidad y la facilidad. Nacemos para pensar solos, desarrollarnos solos con el ambiente y adaptarnos a nosotros mismos, con la madurez necesaria para aceptar un cambio y encajar el golpe de la inestabilidad. Igualmente amoldarnos a un pensamiento establecido sin reflexionar sobre los pros y los contras que este pensamiento puede tener es depender de algo, y depender de manera despreciable. La crítica es vital, y aprender a desarrollarla necesario, porque pensar nos hace libres y pensar libremente nos hace independientes y conocedores.

   Cuando Buda hablaba de los tres venenos, el apego estaba entre ellos, y creo que es evidente el por qué. Debemos vivir en el desapego por los hechos y los pensamientos que nos rodean, con la inteligencia de saber de qué dependemos necesariamente para alcanzar nuestras metas: está claro que la flexibilidad que antes nombraba es vital. Si queremos llegar a desarrollar una carrera determinada para llegar a ejercer de lo que nos apasiona, dependemos de un sistema educativo que nos evalúa de una forma determinada. Si queremos socializar, las críticas tenemos que amoldarlas de forma que nuestra libertad e independencia no coarten las de los demás. Ser libre también es dejar ser libre. Y de esto dependemos para desarrollar nuestra independencia.

   Tal vez las cervezas bien frías saben mejor en compañía, pero lo que está claro es que el calor nos lo quitamos solos.

Alberto Puntas.

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