Por qué no suelo escribir

No sé qué escribir. De hecho, casi nunca sé qué escribir. Solo sé que quiero hacerlo. Es complicado, porque cuando quieres hacer algo pero no sabes como, acabas buscando en internet las 10 mejores formas de ponerte a hacer cosas cuando no quieres desde todas las páginas posibles o simplemente no haces nada mientras le das vueltas a tu cabeza. Resulta bastante irónico, así como el hecho de que me resulta más fácil buscar el hueco cuando estoy ocupadísimo que cuando no tengo nada que hacer. Supongo que será porque me cuesta coger el ritmo. No lo sé.
El caso es que como no sé qué escribir, voy a escribir de mi mismo, no por ego si no porque sé poco de todo lo demás.Tengo mil proyectos en mente y no tengo el valor de empezar ninguno. Temo fracasar antes de haber empezado, o incluso peor, temo dejarlo a medias. Son espinitas que se me quedan tan clavadas que he empezado a hacer las cosas en secreto. Empiezo a hacer cosas o las planeo sin decirle nada a nadie porque pienso que es suficiente con decepcionarme una vez por cada persona que lo sepa. Que en realidad no es tan oscuro o tan turbio ni es tan extraño como aquí lo escribo, lo que pasa es que si al escribir no te sientes solo en el mundo con tus defectos, la cosa parece quedarse a medias.
Tengo muchísimas ideas, muchas cosas que contar mil personajes en mi cabeza que irán apareciendo cuando el miedo se desvanezca. Hay una chica, Olivia, que lo ha pasado mal en su adolescencia, pero eso la ha hecho fuerte y se ha sobrepuesto para ser hoy lo que es. Está deseando contar su historia, y sus amigos se llaman Jorge y Sara y también tienen historias muy interesantes. Se cruzará en el camino de Clara, una chica que es tan dulce como tonta y tiene poco que aportar al mundo, y se creerá que en realidad es una chica tímida con un gran mundo interior, cuando en realidad su mundo interior se reduce a vivir sin más. Así, su amistad será como esa dicotomía entre el bien y el mal, lo mucho y lo poco donde una con todo el mundo interior y la otra con ninguno aprenderán la una de la otra las muchas formas válidas que hay de ser felices, y lo poco que saben del mundo pese a lo mucho que creen y les gusta aparentar que saben.
Como esta tengo mil historias que contar, de mundos fantásticos y exploradores que deciden por rebeldía abandonar sus aspiraciones y lanzarse a la aventura a darse cuenta de que eran más felices antes de salir, de personas tristes que deciden vencer al miedo y se dan cuenta que eran más poderosas de lo que se pensaban… Mil historias por contar, y no sé por donde empezarlas. Tampoco creo que tuviese la paciencia de hacer que duren más de cinco páginas. Soy un desastre. Además creo que me llevaría mal con mis personajes porque se me rebelarían o porque serían muy obedientes.
Es ponerme a escribir y le abro la puerta a la gran saboteadora: vive y empieza palabra por palabra a chillar todo lo que callo. Solo puedo rendirme. Lo disfruto tanto. De verdad que no entiendo por qué no escribo más y pienso menos.

Alberto Puntas.

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