En medio de un verano precedido por un confinamiento atroz para el flotador, estamos media familia a dieta. Lo primero que hemos quitado del día a día: el pan. Está riquísimo, y casi todos coincidimos en que una vez empiezas, no paras. En el desayuno, un tostadón. En la comida media barra, y en la cena la moderación no es otra que tener para el desayuno. Cuando se acaba el pan acudimos a los palillos, y alguna que otra cena se untan biscotes. No es breve el repertorio ni poco lo mal que lo estamos pasando.
No solo fue el cuidado por la dieta lo que dejé atrás en el encierro. Se me caducó la suscripción del periódico, y no la volví a renovar. Soy suscriptor de El país, por ser el de más tirada, sin ser esta una razón mejor que cualquier otra. Además, varios de mis locutores preferidos de La cultureta escriben ahí. Se me escapa al ABC Rosa Belmonte, pero con todo el dolor del que se hace a la comodidad, la busco cuando sube algún artículo nuevo. Rosa Belmonte me encanta. Es capaz de hablar de cine, literatura, política y de Sálvame. No son pocas las risas que me he echado escuchándola en la radio, ni poca la admiración que le proceso.
Hoy me vuelvo a suscribir al periódico, con mi chusquito de pan inevitable en la comida. Un acto de higiene informativa que despierta interés y curiosidad entre quien me conoce. Los medios audiovisuales nos invaden, no solo el tiempo sino también los sentidos. Las noticias vienen en minuto y medio, sin procesar, como datos que gotean. El sensacionalismo gana la batalla, la sonoridad y lo colorido ocupa el espacio de lo esencial. Resultado: me quedo embobado mirando la pantalla. Ojo, que esto no ocurre solo con los telediarios; es todo el contenido audiovisual al que me refiero, desde entrevistas hasta anuncios.
Una vez empiezas no puedes parar. Es tan fácil tener a los sentidos distraídos inmediatamente, a pedir de boca, de una manera simple y sencilla. Me parece ordinario y soez. Que no digo yo que una palabrota a tiempo no esté mal dicha, pero no queda bien todo un discurso. Así, igual que el pan, es lo audiovisual a la información. Igual que el pan, si lo que queremos es informarnos, adelgazar, nos podemos permitir un chusquito, no sea yo quien diga lo contrario.
Los nutricionistas son los que saben poner los puntos sobre las íes en cuanto a alimentación se refiere. Es a ellos y su consejo a quien acudimos, por los que sabemos que los fritos muy de vez en cuando, que cinco piezas de fruta y verdura al día y en fin, todos estos credos que llevamos a fuego y casi en la impronta. Los nutrientes son palabros para quien no sabe de ellos, que es por lo que los nutricionistas y dietistas hacen bien su papel de intermediarios. Pues igual, lo mismito, pasa con los datos y nosotros los comunes. Mezclas esto con la ilusión de que sabemos de todo: explotó.
Populismo, demagogia y facebook lleno de noticias de diarios digitales de dudosa procedencia. Periodista se llama el que esperamos que sepa del dato del que habla, cuando el que lo mira no ve nada más que un palabro. Repito, que no digo que lo audiovisual sea cosa del mal, que mis tostadas yo no las perdono. Pero qué más me da a mí, si la ley es la de ayer o la de mañana, si los pronósticos son cien o mil o si las medidas son pocas o muchas. Señor periodista, descríbamelas usted bien y, por favor, tarde algo más de minuto y medio que me quede claro. No cabe en un fragmento de video toda la información desgajadita para quien no entiende, y no podemos fingir que entendemos. Por eso me vuelvo a suscribir al periódico. Barra y media se me iba todos los días, y el flotador venga a hincharse. Que no, oiga, que hay que cuidarse. A mi me lo describe bien, que yo no entiendo de esas cosas, y la tele me la pongo cuando me quiero entretener. Los datos son hoy en día como los nutrientes. Nadie los entiende, hay quien quiere cuidarlos y no sabe, y hay quien cree que los cuida, pero nada.
Alberto Puntas.
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